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La verdad es que nuestra realidad mental no dista de ser muy similar a la novela del Dr. Jekyll y del Sr. Hyde. Somos una persona de día (la parte que está "despierta" y que actúa con "normalidad" de manera cotidiana), y otra completamente de noche (que se esconde en el interior de nuestro ser y que resguarda todos aquellos recuerdos y motivaciones que muchas veces ni siquiera sabemos que están ahí).
Cuando estamos "despiertos" (haciendo énfasis al entrecomillado) actuamos conforme la sociedad y nuestros círculos sociales inmediatos nos piden que lo hagamos; nos vestimos y comportamos de una determinada forma, o hasta nos inclinamos por gustos e intereses específicos que sean acordes a nuestra personalidad. Nuestra contraparte, que duerme en el rincón más oscuro de nuestro ser, es la que se encarga de programarnos de maneras singulares y de hacernos actuar de modos que no podemos explicar racionalmente (como nuestras fobias, vicios y hábitos).
Durante mucho tiempo, tuve el mal hábito de morderme las uñas cuando me ponía nervioso, y no me encontraba satisfecho hasta que el último remanente de la misma era extirpado de la piel de mis dedos; lamentablemente, me percataba del daño que me hacía hasta que era demasiado tarde, dando como resultado un dolor continuo por la amputación que acababa de hacer a mis propias manos. Cuando empecé a poner atención a los momentos en los que inconscientemente comenzaba a morderlas, pude constatar que en momentos de tensión solía reaccionar así, y que lo único que denotaba era inseguridad ante los demás. Me costó bastante trabajo, pero pude sobrellevar paulatinamente esta manía inexplicable.
En realidad, la mayor parte del día estamos enteramente dormidos, y no nos damos cuenta de lo que hacemos o de cómo reaccionamos en el mundo cotidiano. ¿Les ha pasado que van caminando por la calle o manejando su carro, y de repente no saben en dónde están o hacia dónde se dirigían? Nuestros instintos nos incitan a reaccionar de determinada forma, pero no somos conscientes de ello, gracias a la automatización que se ya se encuentra arraigada en nuestra persona.
La mente es tan poderosa que tiene la capacidad de cambiar nuestro estado de ánimo y desempeño en un abrir y cerrar de ojos; esto es debido a que una simple imagen tiene la capacidad de relacionarse con un sentimiento o recuerdo determinado, y estas asociaciones son las que muchas ocasiones fungen como motivadores o desaliento en la psique humana. Las diferentes escuelas de la semiótica se han dado a la tarea de comprender y aplicar el hecho de que los humanos pensamos en imágenes, y no en palabras o en otros contextos. Cuando escuchamos una palabra y conocemos su significado, inevitablemente evocaremos su imagen en nuestro pensamiento; si no conocemos qué es lo que quiere decir lo que escuchamos, tenemos la capacidad de imaginar su forma, color, textura o tamaño.
La imaginación nos permite despegarnos de la realidad para poder soñar con lo que deseamos. Antes de poder alcanzar una meta, es necesario mentalizarla o recrearla en el interior de nuestra cabeza. Los grandes inventos y avances tecnológicos han comenzado en el mismo punto de origen: en la mente del ser humano. Por estas razones es porque el título de esta entrada se titula TODO ES MENTE. Es ahí donde comienza todo el milagro de la creación. ¿Pero en cuántos niveles? ¿Significa que con el simple hecho de pensar en algo concreto significa que aparecerá frente a mí como un acto de magia? Por supuesto que no, eso sería incluso ridículo. Pero lo que sí puedo afirmar es que el hecho de pensar constantemente en algo nos programará para obtenerlo de una forma u otra.
Pongámoslo de este modo: no es lo mismo pensar en el dinero en sí (del cual hablaré más adelante) a visualizar algo que puedo obtener a cambio de dinero (como un nuevo teléfono). El dinero en sí, como producto de intercambio, no es algo que se desea, sino lo que se puede conseguir con éste. Un teléfono en cambio, significa una necesidad que debe cubrirse; pensar constantemente en la adquisición de un nuevo equipo telefónico me ayudará a abrir mis perspectivas y a buscar más y mejores formas de conseguir cómo adquirirlo; tal vez me ayude a recordar las viejas cosas que tengo guardadas en el rincón de mi armario, y ponerlas a la venta. O tal vez me ayudaría a abrir más los ojos en la calle y descubrir que solicitan un ayudante de medio tiempo, y así conseguiría un ingreso extra para poder costearme el nuevo smartphone que tanto deseo.
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